- Hablar francamente. Si te molesta que la
persona utilice el móvil mientras estáis manteniendo una conversación, lo mejor
es decírselo sin rodeos. No hay necesidad de ser brusco ni juzgar al otro. La
clave radica en expresar cómo te sientes cada vez que revisa el teléfono.
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- Establecer límites. En algunos casos, es
difícil lograr que la otra persona se desconecte por completo del móvil, pero
podéis pactar una serie de reglas, como por ejemplo, dejar el teléfono fuera de
la mesa en la cena o responder solo a las llamadas. También se pueden
establecer horarios “fuera de cobertura”, como cuando estáis cenando o por la
noche a partir de cierta hora. La clave radica en negociar, no en imponer, de
manera que ambos os comprometáis verdaderamente y tengáis en cuenta las
necesidades del otro.
- Ser conscientes del uso del móvil. Muchas
personas no son plenamente conscientes del uso excesivo que hacen del móvil. En
esos casos, es conveniente instalar aplicaciones que les brinden estadísticas
sobre el tiempo que pasan conectados y/o el número de veces que desbloquean el
teléfono. Enfrentarse a la realidad les ayudará a comprender que quizá están
haciendo un uso exagerado del móvil y descuidando a quienes están a su
alrededor.
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